sábado, 15 de enero de 2011

#3.

Antes, tenía un amigo que era y es un romántico práctico, al que le encantaba el mar. A él le gustaba, pero no le gustaba como a todo el mundo (para bañarse un ratito o para mirarlo durante una puesta del sol con una chica bonita). A Mario le encantaba. Se pasaba horas y horas mirándolo. Cuando los amigos íbamos a la playa, el se bañaba la mayoría del tiempo. Y el que no, paseaba por la orilla contagiándose de el.

Pero a él no le importaba, en ocasiones, estar solo ya que pensaba que es una de las mejores compañías que se podía tener por aquel entonces. Decía, que siempre lo escuchaba y que jamás criticaba lo que le decía. Me acuerdo que, cuándo estábamos saliendo, allá por el 1999, yo llegué a odiarlos. A aquel chico barcelonés y al mar. Yo le decía que eso no era una buena compañía, y que no creía en el nunca y en el siempre. Y a menudo, le repetía aquella frase que leí un día que decía que “Jamás, es como "nunca" pero menos probable. Jamás, es como "siempre" pero más probable.”

Pero de lo que más me acuerdo, es de que cuando lo dejamos, él saco mi foto de carnet que tenía en su cartera de cuero negra, a él le gustaba fanfarronear diciendo que era como la película Azuloroscurocasinegro , la rompió en 6 pedacitos y la tiró a ese mar en el que ya no me he vuelto a bañar.



Colaboración para Manubrio fanzine, mi hijo.